D-Generación

"Una generación extraviada en un mundo casi perdido, lejos de la Generación del 98, del 14, del 27, de mayo del 68, no somos otra cosa que una 'D-Generación'"

martes, septiembre 20, 2005

La ciudad sin Dios


Últimamente, cuando me toca trabajar, escucho la radio. Me hacen más amenas estas largas y solitarias noches. En el dial me llamo la atención un programa llamado Hablar por Hablar, en el que los oyentes llaman comentando sus problemas, inquietudes, opiniones, y más adelante otros oyentes replican la llamada dando consejos, sugerencias, criticas. Ayer por la noche, durante el mencionado programa (de la SER) llamo un oyente de Cádiz que comentaba lo extraño que le pareció todo durante una visita de varios días a Madrid; decía que veía a la gente amargada, estresada, acelerada. Vamos, que no le parecían felices. No tardó en surgir el debate. ¿Qué es la calidad de vida? ¿Se vive mejor en la gran ciudad o en un pueblo o ciudad pequeña? Varias llamadas posteriores se posicionaban en las distintas opciones.

Madrid es estresante, eso es innegable; de hecho ir en el Metro en hora punta es como estar en medio de un partido de fútbol americano; corres un gran riesgo de que te hagan un placaje si no eres rápido esquivando. Empujones, prisas, estrés. Salgamos al exterior. La cosa no mejora; gracias al faraón Gallardon I Madrid esta sumida en el caos de las obras ; “espero que encontréis pronto el tesoro” comentan algunos sorprendidos turistas. Ir por determinadas calles implica encontrarse con una muchedumbre (personalmente me agobian las multitudes). La contaminación es otro problema. No es difícil, al contemplar la ciudad desde una larga distancia, apreciar un oscuro manto que la cubre por completo. Y ya para rematar la faena, los altos precios. Si quieres irte una noche de cena, al cine o a tomar algo, prepara la visa; si quieres una hipoteca, prepara el sueldo de 40 años. Por el contrario hay una amplia variedad de ocio, cultura y todo tipo de tiendas y establecimientos.

Yo no vivo en Madrid ciudad (aunque voy casi a diario a la capital) sino en un pueblo del norte, a unos 30 km; un sitio tranquilo, tan tranquilo que a veces parece deshabitado. Ha crecido bastante estos últimos años, quizás debido a que la gente busca tranquilidad, casas más grandes y a un precio no tan elevado. Tiene sus desventajas. Menos servicios, peor sistema de transportes y los consiguientes atascos. No obstante es una alternativa. En el termino medio tenemos las ciudades pequeñas, ni tan masificadas como las grandes urbes ni tan tranquilas como los pueblos. También conozco algo de ellas; son otra opción interesante y a tener en cuenta.

A las ciudades grandes se les acusa frecuentemente de falta de humanidad, de frialdad. A veces da esa impresión, es cierto. Un ir y venir constantemente de gente, rostros anónimos que se cruzan unos con otros, absortos en sus pensamientos. El metro penetra en sus entrañas llevando consigo a miles de personas, hacia sus destinos. La ciudad nunca duerme, y a todas horas puedes encontrar gente. Los sábados por la noche se engalana y prepara para largas horas de fiesta. Madrid es una ciudad tan grande que a veces te hace sentir pequeño, como si no acabaras de encajar. Son tantas las posibilidades y luego te quedas en nada. Avanza deprisa y es fácil quedarse descolgado. Digamos que tu vida esta inexorablemente ligado a ella; tus amigos, tu familia, tus recuerdos, tu trabajo, tu ocio. La vida que va pasando, las manecillas del reloj siempre en movimiento.

La calidad de vida es, en mi opinión, ser feliz con la vida que tienes; por supuesto siempre se podría tener mas, pero también menos. Ya sea en un pueblo perdido, en una ciudad pequeña en una megaurbe, el caso es elegir la vida que uno quiere vivir. Difícil a menudo, pero al mismo tiempo fácil. Igual que la ciudad.

2 Comments:

At 16:23, Blogger masmartinez said...

Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

 
At 23:33, Blogger masmartinez said...

"En Madrid se malvive bastanta bien", me dijo una "gata" que se llama María. Creo que tiene razón.

Claro que en esta ciudad no existe Dios, ni en ninguna otra. Dios no existe, que diría Michel Onfray.

 

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