D-Generación

"Una generación extraviada en un mundo casi perdido, lejos de la Generación del 98, del 14, del 27, de mayo del 68, no somos otra cosa que una 'D-Generación'"

martes, julio 26, 2005

El país en llamas

Me pregunto que pensarían nuestros antecesores cuando hace cientos de miles de años, descubrieron accidentalmente el fuego. Al frotar fuertemente dos objetos, por ejemplo piedras, se produce un intercambio de energía entre ellos que puede generar una chispa o un brusco aumento de la temperatura, que tiene el suficiente calor como para generar una reacción de combustión, que al ser bien alimentada puede hacer el que fuego aparezca. Fue un punto de inflexión en la evolución del hombre. El control de fuego.

Fuente de calor, de iluminación, de protección, el fuego es una manifestación de la energía calorífica. Gracias a el podemos cocinar, calentarnos o iluminar una oscura habitación tras un apagón. Pero al mismo tiempo es fuente de destrucción. Sí, el fuego quema. Lo destruye todo. Su antitesis, el agua, también puede ser devastadora. Pero es imprescindible para combatirlo. Millones de litros gastados que contribuyen a acelerar la sequía.

Nuestro país goza de un clima caluroso y soleado, y en verano normalmente las temperaturas rozan e incluso sobrepasan los cuarenta grados. Sumado a la buena gastronomía, la cultura de fiesta y a nuestra riqueza artística e histórica no es extraño que nos visiten millones de turistas extranjeros, sobretodo centroeuropeos y de los países balcánicos, en busca de esas temperaturas agradables que en sus tierras no pueden encontrar. Todo esto se traduce en miles de millones de euros y en una poderosa industria que cada verano hace literalmente su agosto (valga la redundancia)

El verano es la época preferida de la mayoría de la gente y además es la elegida para disfrutar de las merecidas vacaciones. Sin embargo también es época de devastadores incendios que arrasan todo lo que encuentran a su paso. Muchos de ellos provocados por la mano del hombre, su extinción es muy costosa y consume grandes recursos y por desgracia también vidas humanas. Estos días hemos tenido un ejemplo de ello. En España es especialmente preocupante ya que sumado a un calor exagerado tenemos un problema de sequía. No llueve lo suficiente y por supuesto nieva mucho menos. Las reservas de agua se agotan y los campos se secan. La desertización avanza impunemente y corremos el riesgo que convertirnos, dentro de unas décadas, en un puto desierto gigante.

Hay una estrecha relación con el cambio climático y el efecto invernadero. La temperatura media aumenta y los veranos son cada vez más calurosos. Los inviernos mucho más fríos. Los aparatos de aire acondicionado se venden como churros y nadie se plantea ya comprarse un coche sin el susodicho aparato. Los centros de trabajo, establecimientos y medios de transporte están todos equipados son estos sistemas. Pero según el principio de Carnot toda máquina refrigerante trabaja entre dos focos de temperatura, uno frío y otro caliente. Lo que es lo mismo, que pasa poder refrigerar hay que expulsar calor, aumentando aun más la temperatura exterior. Estas altas temperaturas son difícilmente soportables y afectan directamente a nuestro cuerpo; se duerme peor, el rendimiento disminuye y la sensación de agotamiento aumenta.

El fuego tiene sus propios adoradores, los llamados pirómanos. Gente trastornada y enferma que necesita quemar cosas. Me parece que en el DSM-IV la piromanía esta dentro de los trastornos de conducta pero no me hagas mucho caso. Normalmente son personas que canalizan su ira y su dolor en conductas muy destructivas y peligrosas, manifestadas primero en pequeños incendios que con el tiempo son cada vez mayores. Sin embargo, no siempre ser sirve de estos sujetos para aparecer. Basta algún descuido de algún excursionista para deslizarse por el suelo y en pocas horas propagarse gracias su buen amigo el viento. Incluso puede permanecer oculto bajo tierra y desplazarse cientos de metros para luego volver a aparecer. Eso lo saben bien los ingenieros forestales y bomberos, los que luchan contra él.

Sin duda, yo prefiero el frío. Bueno, también a veces es difícil de aguantar, pero al menos me deja dormir. Y en invierno me encanta encender la chimenea y tumbarme junto al fuego con un café calentito mientras contemplo las llamas. Me dejan hipnotizado. Y es que el fuego, no sé por que, hipnotiza. Eso sí, también quema.