Paparazzi!

Las fotos saltaron a la palestra hace unas semanas y provocaron un gran revuelo. No es la primera vez que el Daily Mirror publica unas instantáneas algo comprometidas, de hecho el tabloide británico se caracteriza precisamente por eso, por generar polémicas. Ni la Familia Real se libra. Y la elegida en esta ocasión ha sido el esqueleto Kate Moss . La top model internacional fue pillada in fraganti con cámara oculta metiendose unas cuantas rayas de farlopa en un estudio londinense. Bum! Menuda se ha liado. El debate está servido. En realidad dos. El primero, lógico: el masivo consumo de drogas en los círculos de pasta, poder y famoseo y la influencia que poseen estos sobre los jóvenes. El segundo: el derecho a la intimidad de los famosos y a que en su tiempo libre hagan lo que les plazca
Las consecuencias para la implicada no han tardado en llegar. Las principales firmas y empresas que le abastecen de millones por la publicidad han rescindido los contratos. Esta chica debe de estar ahora dándose cabezazos contra la pared. Había jurado y perjurado que no consumía estupefacientes; claro, que va a decir: “pues la verdad me encanta ponerme hasta el culo de perico y me monto unas orgías que no veas”. Personalmente no me da pena; sin embargo detecto cierta hipocresía en este asunto. No me creo para nada que los responsables de estas poderosas empresas que la han echado “porque estamos en contra de las drogas” beban ponche y tomen canapés en sus fiestas. La diferencia es que cuentan con el anonimato, un manto protector que les permite predicar la teoría de la doble moral.
Paralelamente al periodismo surgió ya hace tiempo eso que llaman prensa rosa. Se especializo en contar la vida de famosos, pero estos últimos años ha digievolucionado y adquirido un nuevo poder: crear famosos. Cualquier retrasado o retrasada puede convertirse en un semidiós con tal de salir con cierta frecuencia en estos medios. Y los paparazzi, sujetos capaces de permanecer camuflados como un francotirador militar en busca de su objetivo, son parte de este nuevo juego. No disparan balas, sino fotos. Cuanto más comprometidas, mejor. Luego las venden al mejor postor. Un gran negocio desde luego. Y es que la fama vende. El dinero viene después, y a veces mucho.
Esta gente hará lo que les plazca con su vida, desde luego; si quieren drogarse, no habrá policía ni sistema judicial ni político que pueda impedírselo. Pero cuando se tiene tanta influencia sobre la gente, cuando se vive de una imagen, deberían tal vez planteárselo. Tampoco siento aprecio por los cazadores de instantáneas, para mi carroñeros. Ni por las grandes firmas de moda y glamour, fabricantes de superficialidad. Sin embargo tendremos que convivir todos en este mundo, porque por desgracia no van a desaparecer (y yo espero que tampoco).
La intimidad es un derecho fundamental de cualquier persona; imaginad un mundo orwelliano, con cámaras por todas partes y alguien observando a todas horas. Horroroso. Siempre habría algún gilipollas que no le importase con tal de ganar pasta pero de momento no son mayoría. Los famosos están a caballo entre ambos mundos. Siempre quejándose pero al mismo tiempo siempre dependiendo de su fama, forrándose con ella. ¿Esta acabada Kate Moss? A corto plazo es difícil de decir. Replanteemos la pregunta: ¿Esta acabada como modelo? Quizás si, quizás no, el tiempo lo dirá. ¿Esta acabada como persona? Desde luego. A menos que sepa rectificar. Pero es tan difícil que exige un cambio total en casi todo. Sus millones no se lo van a poner nada fácil; su estilo de vida se lo va a poner imposible. Fiestas, lujo, glamour, fama. “La cocaína es la señal que te envía Dios de que tienes demasiado dinero”. Buena frase. Robin Williams.
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