Factorías de pensamiento

Lo reconozco: después de tantos años estoy un poco quemado. Sé que la culpa es mía y no echaré balones fuera. Trato de compensarlo y de finalizar pronto esta larga etapa, pero tampoco guardare especiales recuerdos de ella. Bueno, los primeros años no estuvieron mal, pero desde luego no fue un American Pie (malditas películas de Hollywood). Luego vinieron los agobios y los fracasos. Tiempos difíciles en los que me fui cavando mi propio agujero.

Cuando era pequeñito soñaba con ser médico; no pudo ser en esta vida (quizás en la próxima). Demasiada nota. Me conformé con una carrera científica que me gusta bastante pero con un futuro profesional incierto. Y es que a mis 25 años aun no tengo ni puta idea de cual es mi sino. Trato de no agobiarme con el tema; bastante difícil para esta mente tan calculadora y racional. De hecho en pocos días comienzo una nueva aventura profesional, en algo que por supuesto nada tiene que ver con lo que estudiado; una sonrisa agridulce se dibuja en mis labios. Conseguir trabajo era lo difícil y lo he logrado. Pero a veces tengo la sensación de no saber nada cuando sé que no es así. La solución al misterio en unos años. De momento me espera un largo verano.

La universidad es un puente entre los alocados y sobrehormonados años de la adolescencia y los inicios de la etapa más adulta; un proceso de formación, maduración y enriquecimiento personal; por supuesto las cosas no son siempre así y hay de todo. En teoría recibimos una formación que luego nos dará la posibilidad de realizar una actividad remunerada con la que nos ganaremos el pan. Bien ¿no? Para nada. En la practica muy poca gente acaba dedicándose a lo que ha estudiado, y suele ser necesario una formación adicional, una especialización. Tampoco es una garantía de encontrar trabajo, de hecho los de letras lo tienen muy complicado (a opositar tocan). El trabajo no necesariamente será de calidad. Pero hoy por hoy, sin un título o una formación (sea o no universitaria) en algo uno se autocondena a permanecer atrapado en curros de mierda.

Esta institución es muy importante para la sociedad, pero ha entrado en una lenta decadencia. Lógicamente el bajísimo nivel de natalidad provoca que cada vez haya menos jóvenes. Pero el mayor problema es la falta de interés de los chavales en el saber, aprender, pensar, opinar. También hay problemas internos; citando algunos: quejas del escaso presupuesto destinado a investigación, el excesivo despotismo de algunos docentes, la insuficiente formación practica, la poca relación universidad-empresa. Por supuesto hay muchos más, pero ya específicos de cada carrera y cada centro. Anote aquí los suyos por favor:

El ambiente es bueno en general y suele haber libertad de opinión y expresión. De hecho es lo mejor; la universidad es una factoría de pensamiento. Aquellos que no les gusta pensar no suelen durar mucho aquí. No hay sitio para “Nens” y “macarreis” de coche tuneado. Y gracias a ella hoy escribo artículos que aunque no los lea ni el tato me satisfacen. También he conocido gente con la cabeza en sus sitio, pero menos de la que hubiera deseado (de chavalas mejor no hablare). Y en ya siete años (u ocho, la verdad, no estoy seguro) que llevo nunca he visto una pelea ni un incidente serio. Vamos, que hay buen rollo. Que siga así la cosa. Lo que me gustaría ver es mejores profesores. Porque a muchos se les ha subido la cátedra a la cabeza y se han aficionado a convertir los exámenes en carnicerías.

Espero acabar, por fin, el curso que viene; parte de mí desearía continuar estudiando, pero la otra esta muy cansada de estudiar y se asusta ante las precarias condiciones de los becarios; poco sueldo y pocos derechos. Pero la otra opción tampoco me resulta atractiva. Pase lo que pase, seguiré escribiendo artículos y pensando. Quien sabe, quizás algún día acabe trabajando en estas factorías de pensamiento. La solución al misterio, también dentro de unos años.