Sueños de carretera
Me pasa a veces. Estoy haciendo algo y de repente mi mirada se dirige hacia ningún sitio en concreto. Dura un instante. Cuando vuelvo de la ensoñación tardo unos segundos en recordar quién soy. Rubén, 21 años, estudiante, esto que ves a tu alrededor se llama vida.
Me suele pasar cuando de repente por algún motivo me pregunto qué estoy haciendo, qué sentido tiene todo esto, que sería de no haber “nada”. No sé si han experimentado esa rara sensación que se te queda después de pensar en la nada.
Precisamente hoy conduciendo me ha vuelto a pasar. Lo primero que he pensado es qué Rubén autómata habría tomado la última curva mientras tenía esos pensamientos. Tras recordarme quién era y qué es lo que estaba haciendo, he visto el famoso cartel de “X muertos en las mismas fechas del año pasado”.
Mis pensamientos se han ido de la nada al absurdo de la muerte en la carretera. ¿Cuánta gente pierde la vida en la carretera cada año? 3516 fallecidos el año pasado. Pongamos, utilizando la estadística, que mueren diez personas cada día. Nos acostumbramos demasiado fácil a estos números. Y una vez más nos olvidamos de mutilados y heridos de diversa consideración.
¿Y todo por qué? A todos se nos ha muerto algún familiar o amigo en las carreteras. “Siempre se van los mejores” se dice. Se habrían ido unos cuantos menos si el cinturón hubiera estado puesto, si no les hubiera molestado el casco, si el taxi se los hubiera llevado a casa o si el acelerador no hubiera sido pisado más de la cuenta.
Una voz sabia me dijo al sacarme el carne de conducir que no olvidara que lo que acababa de sacar era el carne para matarme o matar a otros. Suena exagerado, pero realmente no lo es tanto. Cada vez que cogemos el coche tenemos que ser conscientes que estamos jugando a los dados con la muerte, la nuestra y la de los demás.
Por eso, al volver de la ensoñación me recordé a mi mismo que somos frágiles (¿hay algo más frágil que la piel?) y que la pregunta de ¿Qué soy? tiene respuesta
Poca cosa.
5 Comments:
Le tengo mucho respeto al coche; no suelo conducir y cuando lo hago trato de no ir muy deprisa, aunque a veces supere los 130.
Todos los años mueren miles de personas en accidentes de tráfico; muchas vidas que se apagan y otras que quedan tocadas para siempre. No es broma. Por eso cuando veo a esos locos con coches que parecen el Batmóvil siento rabia.
muy buen articulo, Rubén, un saludo
Efectivamente, todos nos pasamos con la velocidad -algunos más que otros- y es cierto que, cuando lo hacemos, lo hacemos de forma instintiva, como animales (no racionales), sin pensar que a la vuelta de esa curva tan pronunciada que cogemos tan deprisa, aguarda la guadaña.
Felicidades.
Seguridad de serie, sobre todo para Aitor que tiene la maná de traer los trabajos de clase calentitos.
Echando humo, diría yo. Pero no hay que ser cafres. Prediquemos con el ejemplo. Tú tampoco te cortas, mostoleño
La prisa mata deprisa
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