Intolerancia y xenofobia
Hay tensión en el parque. Según parece, un grupo de jóvenes increpa a otro en busca de pelea. Éstos reaccionan. Concretamente, uno de ellos se presenta como el más valiente, harto de agachar la cabeza. De pronto, algo reluciente y afilado sobresale del bolsillo de uno de ellos. Se clava en el abdomen del valeroso joven. Cae al suelo. Muere. La policía detiene al supuesto agresor. Se trata de un dominicano que ha matado a un español. El barrio se echa a la calle. Un grupo se exalta. Comienza la caza de brujas.
Este microrrelato viene a colación del crimen acaecido, esta semana, en el madrileño barrio de Villaverde de Madrid. Pero el lugar y el caso son irrelevantes porque simplemente es un ejemplo de la intolerante naturaleza del ser humano. Antes ocurrieron hechos similares en otros lugares -recordemos El Ejido en Almería-.
Es innegable que el dolor lleva a comportamientos exaltados, en función de los acontecimientos. Y puede llegar a ser comprensible. Lo que no es tan razonable es la criminalización de un colectivo -en este caso, los extranjeros, especialmente los sudamericanos- por parte de desaprensivos.
Las cazas de brujas son propias de otra Era. Hoy, el raciocinio humano ha alcanzado niveles que ponen en ridículo a algunos individuos que utilizan el sufrimiento y la debilidad para alentar turbas y violentar a masas con el fin de alcanzar sus fines xenófobos.
Es muy sencillo sembrar el odio, ya que forma parte de la esencia del hombre, pero aprovecharse de los momentos de vulnerabilidad y debilidad sólo puede catalogarse de cobardía.
Las sociedades contemporáneas -una vez que ya ha transcurrido cierto tiempo desde el fin del nazismo- están en riesgo ante la amenaza del crecimiento de las ideologías violentas, radicales y populistas, que se aferran a los casos de criminalidad por parte de extranjeros para defender sus ideologías racistas y xenófobas.
Por eso, los ciudadanos tenemos que estar atentos, para evitar que se incremente el odio en la sociedad, para plantar cara a la demagogia encubierta en intereses ultranacionalistas obreros que ponen en riesgo la riqueza y la apertura ideológica de los pueblos multiculturales.
Además, la violencia sólo genera violencia y la exclusión social y la persecución contra colectivos minoritarios únicamente puede degenerar en marginación, aislamiento y, por ende, delincuencia. Es una relación causa-efecto que, todavía, en España, estamos en posición de evitar.
4 Comments:
Ya viste a los imbéciles de los ultra sur con una pancarta el otro día. buen artículo aitor
El sistema puede controlar este tipo de acontecimientos, pero lo hace sólo parcialmente, ya que estos actos provocan un estado de inseguridad que permite a los gobiernos elaborar normas de control de la población cada vez más opresivas. Pero no terminan de controlar a las bandas ¿por qué?.
Sé que lo dices con cariño. La prensa es culpable de muchos de los males de la sociedad, pero es al mismo tiempo un reflejo de ella.
Sin embargo, culpar a los medios del crecimiento de la ultraderecha es, cuanto menos, superficial.
Las redacciones de los distintos medios están plagadas de borrachos, puteros y drogatas, gente de mala vida, muchas veces sin ética, pero que detestan a esta gentuza. Te lo digo con cariño y conocimiento de causa, porque actualmente estoy en una, pero ya he pasado por varias.
Por desgracia, como te decía, la ética está en crisis en la sociedad, en general, en profesiones tan corruptas como la mía, pero también en otras tantas, como la política, el derecho o la psicología -la tuya-.
No pecaré de ser poco crítico con mis compañeros, pero en este artículo lo fui con quien lo fui, porque el pasado jueves estuve en Villaverde, tanteando el terreno -currando-, y lo que vi no me gustó. Ni un pelo.
Un saludo
Gracias. Ya sabes que aquí estamos para sacar punta a todo. Agradezco tus apreciaciones
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