Los limites de la ciencia
Verano de 1939. Ha empezado la II Guerra Mundial y los ejércitos de Hitler avanzan por media Europa; nadie parece capaz de detenerlos. Se acercan tiempos difíciles y oscuros. Einstein y otros científicos deciden escribir una carta al presidente Roosvelt; en dicha misiva le advierten de que los nazis están trabajando en la construcción de un arma con un poder destructivo inimaginable; esta arma esta basada en la tremenda energía que el átomo de U235 liberaría al fisionarse (romperse). No queda otra opción. Hay que investigar y conseguir la bomba antes que ellos. El Tío Sam autoriza el proyecto. Dos mil millones de dólares y seis años después la bomba es una realidad; y efectivamente su poder destructivo es enorme (que se lo pregunten a los japoneses). Los aliados ganan la guerra y esta nueva arma es su Caballo de Troya.
En realidad aunque la guerra finalizase pronto empezaría otra. Sin batallas, pero con miles de estas nuevas armas listas para usarse. Por suerte esto no sucedió, porque de haber sucedido no creo que estuviésemos aquí. Nunca lo sabremos. Lo que sí quedo claro es que las guerras se ganaban en los laboratorios, y que los nuevos reclutas no llevaban uniforme militar, sino batas blancas. El problema persiste. Muchos países disponen de armamento nuclear, y algunos no dudarían en usarlo ante una posible agresión. El I+D militar es una poderosa y lucrativa industria.
El caso es que la ciencia ha contribuido enormemente al desarrollo de la humanidad pero también a su destrucción. Las armas están aquí desde el principio, y seguro que aguantaran hasta el final. De las armas nucleares a las químicas, y de las químicas a las bacteriológicas. ¿Y que será lo siguiente? Difícil de decir. Pero la ingeniería genética tiene todas las papeletas. Esta es, en mi opinión, la mayor amenaza. Seguramente gracias a ella podamos curar muchas enfermedades, pero al mismo tiempo abrimos la puerta a un mundo muy peligroso.
“¿Buenos días, que desea?” “Pues vera yo quería un hijo y que sea rubio, atlético, ojos verdes y muy inteligente” “Con nuestra nueva oferta, puede elegir además que tenga un miembro enorme o que sea especialmente hábil para los deportes” Esta hipotética escena solo es ciencia ficción. Hoy, mañana, y el año que viene. Pero dentro de 20 o 25 años no estoy tan seguro.
De hecho ya hay empresas que ofrecen clonar animales muertos (con los humanos, en la practica, aun no es posible y es ilegal) a millonarios pirados. Es un tema complicado. Se te muere un ser querido y alguien te ofrece la posibilidad de recuperarlo. Y cegado por el dolor, uno bien podría considerarlo como una buena idea. Pero no lo es. El ¿alma? (detesto usar esta palabra, pero no se me ocurre otra) no se puede clonar. No somos solo un cuerpo. Bueno, quiero pensar eso. Y negar la muerte es negar una de las leyes fundamentales de la Naturaleza.
Fijar limites en la ciencia es complicado por dos motivos; uno, la curiosidad de los científicos, que a veces les lleva a investigar lo que desde un punto de vista ético no deberían, así como el ansia de prestigio y gloria. Y dos: el dinero. Muchas empresas están actualmente investigando el mecanismo de envejecimiento de las células, en concreto, como ralentizarlo (o detenerlo). Supongamos que lo consiguen. ¿Cuantas personas pagarían millones por ese hipotético elixir de la juventud? Y ya no solo modelos, actores, actrices y demás sujetos que viven de su cuerpo y su belleza, sino cualquier transeúnte. La vida eterna embotellada.
¿Cómo controlar algo incontrolable? De momento solo las barreras tecnológicas pueden limitar los avances. Por ello entiendo la polémica de las células madre embrionarias. Es el único tema en el que puedo comprender a la Iglesia (lo que no implica que este de acuerdo con ella). Técnicamente esas células son humanos, solo que se ha detenido artificialmente su proceso de crecimiento. Por ello plantea problemas éticos. Es necesario sentarse y hablar largo y tendido sobre el tema. Y aunque sea en vano, intentar fijar limites. Porque si aun habiéndolos nos los saltamos, no quiero pensar que pasaría si no los hubiese.
5 Comments:
muy buen articulo. has conseguido poner por escrito las ideas inconexas que me rondan la mente sobre el tema. felicidades.
solo un punto de medio-desacuerdo: el "alma". yo no creo que cosa asi exista. lo que pienso es que la personalidad de una persona, como es, esta condicionada por infinitos factores. con esto quiero decir que aunque se clonara a una persona, se tendria su fisico, no su psique. esta psique viene alterada y marcada por cada uno de los acontecimientos que se producen en nuestra vida, incluso aquellos de los que no somos conscientes.
y eso si que es incopiable. o inclonable, como quieras.
Gracias Juan, me alegro de que te haya gustado el articulo.
El alma es en concepto demasiado abstracto y ligado a la religion. Has utilizado una palabra mas adecuada a la idea que queria transmitir, la personalidad. Efectivamente no se puede copiar, es el resultado de una interaccion constante entre factores externos y nuestra propia respuesta a esos factores. Soy mas conductista que cognitivo, aunque quizas el verdadero mecanismo sea una mezcla de ambos. No obstante se cree que nuestra personalidad tambien tiene una base genetica, muy relacionada con los neurotransmisores y su nivel de produccion. De ahi las medicaciones psiquiatricas.
Un saludo
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Supongo que todos la habreis visto, pero leyendo tu articulo me he acordado de "Gattaca" que fue la primera vez que me plantee lo que tu escribes aqui.
buen articulo Javier.
Y un saludo a Juan y al Elmo de su sobrino (fuiste tu supongo)
si, ru, fui yo...
y si, recuerda a gattaca.
me alegro de ver que no soy un bicho raro por pensar de vez en cuando.
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