D-Generación

"Una generación extraviada en un mundo casi perdido, lejos de la Generación del 98, del 14, del 27, de mayo del 68, no somos otra cosa que una 'D-Generación'"

martes, marzo 07, 2006

Sobre el derecho a emborracharse (I)



Supongo que fue algún chaval o grupo de chavales el que tuvo la idea: organizar un macrobotellón con una enorme participación. La iniciativa ha tenido tanto éxito que se repitió en varias ciudades andaluzas y este próximo día 17 llega a Madrid. Moncloa ha sido el lugar elegido y la cosa promete. De momento el ayuntamiento no se ha pronunciado al respecto, pero es de esperar un estado de excepción en esta conocida zona madrileña. No servirá de mucho pues simplemente buscarán otra zona.



El debate sobre los elevados grados de consumo de alcohol en los jóvenes ha vuelto a saltar a la palestra; no es extraño ver ya a críos de doce años tragar minis de cali y cerveza a la búsqueda de esas sensaciones que dan las primeras borracheras. Las edades de inicio de consumo han bajado en todas las sustancias (especialmente preocupante en el caso de la cocaína) y el proceso de normalización se acelera.

Quizás el problema sería definir el límite entre el alcoholismo (dependencia) y el mero consumo de alcohol como un ingrediente más de la diversión. Bueno, a priori la dependencia es una necesidad. Irónica es la cruzada desatada contra el alcohol. Combatir las drogas legales es especialmente difícil cuando cuentan con una gran población de consumidores y empresas abastecedoras. Y el Estado recauda miles de millones gracias a la venta de estos productos.

No estoy en contra del alcohol; del botellón estoy a medias. Entiendo que es preferible estar en la calle bebiendo alcohol que en un garito bebiendo gasolina; es un aspecto importante, pues la inmensa mayoría de los bares de copas sirven un brebaje llamado garrafón que en algunos casos es hasta tóxico (contiene metanol) y que lo cobran como la más exquisita de las bebidas. No hay controles de ningún tipo y por supuesto hacen su agosto. Una resaca después de ingerir alcohol adulterado hace que no tardes en desear una pistola.

El pato lo pagan los vecinos, operarios de limpieza y las autoridades sanitarias y policiales. Ruidos, suciedad, malos olores son el resultado del paso del ciclón. Bolsillos vacíos y una pesada resaca son el resultado para los asiduos de esta práctica. Es toda una forma de vida, de ocio. Imposible de erradicar. Soy abstinente pero tampoco estoy a favor de declarar la ley seca. No sirve de nada.

Savater defendía en un artículo el libre consumo de drogas (y su legalización); decía que el hombre tiene derecho a colocarse cuando le apetezca; y si se coloca demasiado o se engancha es su responsabilidad. Me temo que discrepo. Desde luego que las consecuencias directas se las traga el implicado, pero también genera un daño a la sociedad, a su entorno, amigos, familiares, etc.

Este tema es complicado y precisa de varios enfoques para que resulte interesante. Tenemos de hablar aún de muchos aspectos que rodean el tema. Como te he dicho antes, yo no bebo pero soy fumador así que no puedo ni quiero dar lecciones de moral a nadie; y cuando me dejo ver en algún garito tampoco hago apología del no consumo (aunque, coca-cola en mano, me miren como a un marciano). Es un tema libre y personal y que al que le guste beber, que lo disfrute. Pero con moderación, por favor.

2 Comments:

At 16:35, Blogger Javier Luna said...

Estoy de acuerdo con Savater, si tan importante es la libertad del ser humano, libertad que por otro lado nos venden a diario, que nos dejen hacer lo que queramos con nuestro cuerpo. En cuanto al daño social, la cuestión es sencilla, que daño se le puede hacer ya a una sociedad que está instrumentalizada hasta las mínimas consecuencias.

 
At 01:50, Blogger Aitor Ordax said...

Sí, yo también estoy de acuerdo con Savater en esto (sin que sirva de precedente). Ahora bien. Ese uso de las drogas (legales o ilegales) es respetable siempre y cuando no perturben al prójimo. Me explico: "Métete lo que quieras pero cuídate de molestarme en ese uso, porque yo no te molesto a tí y, por supuesto, deja el coche apartado, porque no me gustaría cruzarme contigo".

Como siempre la clave está en el uso responsable de las cosas.

 

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