Que viene el lobo
Cada día me quedan menos dudas de que la sociedad postmoderna, en la que estamos irremediablemente sumidos, es un ente cargado de defectos y muy pocas virtudes. De hecho, repentinamente no se me ocurre ninguna y, sin embargo, podrían pasar varias horas contando defectos.
Hoy nos centraremos sólo en uno: el alarmismo. Este aspecto está casi siempre aderezado con un poquito de histerismo y otro de hiponcondría entre los individuos y los grupos de casi todas las sociedades --por supuesto, agudizado en las occidentales--.
Y es algo extraño, porque en la infancia todos recibimos una serie de máximas de obligado cumplimiento --por ejemplo, mirar a ambos lados siempre antes de cruzar la calle--, algunas de las cuales proceden de moralejas extraídas de cuentos para niños --véase Pedro y el lobo--. A nadie --en su sano juicio-- se le ocurriría cruzar la calle sin mirar y, sin embargo, el célebre "que viene el lobo" está absolutamente extendido.
En este punto, los medios de comunicación deben entonar el mea culpa, puesto que, en no pocas ocasiones, contribuyen a sembrar tormentas que, si no son frenadas a tiempo, pueden desencadenar en tempestades indomables. Además, ya sea por imprudencia o por temeridad, muchas informaciones son especialmente peligrosas. Aquellas que hablan de minorías, "bandas callejeras" --tanto vale Latin Kings como Skin Heads--, suicidios, terrorismo, etc. pueden derivar en confusiones y comportamientos histéricos en los distintos vecindarios.
Sin ir más lejos, en el mío, una pequeña gamberrada sin importancia --tan pequeña e irrelevante que no me detendré a explicarla-- derivó en comentarios vecinales absolutamente esperpénticos: "¡Seguro que es obra de los Latin kings esos!" Claro señora, eso va a ser. Lo cierto es que yo fui testigo --no partícipe, que quede claro-- de la gamberrada, tras la cual un grupo de chavales se dieron a la fuga entre risas.
Esta estúpida anécdota no pretende otra cosa que ilustrar que la utilización masiva del alarmismo en los medios genera entre las audiencias situaciones histéricas y, a medio plazo, provoca la insensibilización de la sociedad. Ninguna de las dos consecuencias es positiva. Por tanto, convendría hacer un nuevo llamamiento a la responsabilidad en los medios, para evitar que cuando el lobo venga de verdad se coma a todo el rebaño.
Hoy nos centraremos sólo en uno: el alarmismo. Este aspecto está casi siempre aderezado con un poquito de histerismo y otro de hiponcondría entre los individuos y los grupos de casi todas las sociedades --por supuesto, agudizado en las occidentales--.
Y es algo extraño, porque en la infancia todos recibimos una serie de máximas de obligado cumplimiento --por ejemplo, mirar a ambos lados siempre antes de cruzar la calle--, algunas de las cuales proceden de moralejas extraídas de cuentos para niños --véase Pedro y el lobo--. A nadie --en su sano juicio-- se le ocurriría cruzar la calle sin mirar y, sin embargo, el célebre "que viene el lobo" está absolutamente extendido.
En este punto, los medios de comunicación deben entonar el mea culpa, puesto que, en no pocas ocasiones, contribuyen a sembrar tormentas que, si no son frenadas a tiempo, pueden desencadenar en tempestades indomables. Además, ya sea por imprudencia o por temeridad, muchas informaciones son especialmente peligrosas. Aquellas que hablan de minorías, "bandas callejeras" --tanto vale Latin Kings como Skin Heads--, suicidios, terrorismo, etc. pueden derivar en confusiones y comportamientos histéricos en los distintos vecindarios.
Sin ir más lejos, en el mío, una pequeña gamberrada sin importancia --tan pequeña e irrelevante que no me detendré a explicarla-- derivó en comentarios vecinales absolutamente esperpénticos: "¡Seguro que es obra de los Latin kings esos!" Claro señora, eso va a ser. Lo cierto es que yo fui testigo --no partícipe, que quede claro-- de la gamberrada, tras la cual un grupo de chavales se dieron a la fuga entre risas.
Esta estúpida anécdota no pretende otra cosa que ilustrar que la utilización masiva del alarmismo en los medios genera entre las audiencias situaciones histéricas y, a medio plazo, provoca la insensibilización de la sociedad. Ninguna de las dos consecuencias es positiva. Por tanto, convendría hacer un nuevo llamamiento a la responsabilidad en los medios, para evitar que cuando el lobo venga de verdad se coma a todo el rebaño.
2 Comments:
Imagino que no hay "mejor" noticia que una mala noticia.... a muy poca gente le interesa quién ha ganado el nobel de medicina o el resultado de un debate político; en cambio un atentado, un desastre natural, un asesinato o una situacion morbosa generan más noticias, informativos, alarmas...
Recuerdo cuando un niño murió al ser atacado por un perro de raza peligrosa cómo empezaron a hablar de estos animales en plan de "¿sabe vd que un ejército de canes asesinos anda suelto por las calles?2 Y como este mil ejemplos.
Saludos
Que grande!! Felix Rodríguez de la Fuente !! Enorme aítor, a la altura de uno de los personajes mediáticos más interesantes de la escena de nuestro país.
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